Migjorn, una historia de amor que me transformó

Cuando Montse me pidió una contribución al libro sobre los 10 años de Migjorn pasé una noche en vela, porque miles de frases, de imágenes, de momentos, de emociones, venían a poblar mi noche. Un título inmediatamente apareció y no me dejó desde entonces: “Migjorn, una historia de amor que me transformó”

Estaba entonces en pleno cierre de un proyecto con Médicos Sin Fronteras en Camboya, con mucho trabajo y preparando un viaje a la India. Y aquí estoy. En este lugar más que remoto, en el extremo norte de la India, en el Himalaya, un lugar llamado Ladakh, donde las mujeres atraviesan montañas a más de 6.000 metros para poder acceder a algún centro de salud, donde los inviernos son crueles con temperaturas de 30 grados bajo cero, y donde casi sin querer me encuentro, después de tres semanas, preparando talleres sobre embarazo y parto para un colectivo de mujeres que se propone mejorar la salud de las mujeres Ladakhis sin destruir las tradiciones. Y es como si el espiral que es y fue mi vida alrededor de las mujeres diera otra vueltita. Y como siempre Migjorn resuena…

Fue en Octubre 2002, precisamente el 23, cuando, por una de esas vueltas que da la vida, llego a Barcelona, me subo al tren dirección “San Vicenc de Castellet”… ¿Y eso donde carajo quedará? “Parece que hay allí una mujer -me dijo Nines- que abrió una casa de nacimientos”.

Nunca tuve miedo a los cambios ni a los impulsos, así que allí estoy, en una tarde soleada, en la Casa de Naixements Migjorn… El encuentro con Montse, la conexión, la calidez, una visión compartida del mundo, son inmediatos, el lugar es un sueño y de charla en charla se hace tarde y Montse me invita a pasar la noche ¡Y que Noche!! Tres nacimientos en la casita, gente por todas partes, Gabi, la comadrona uruguaya atendiendo el parto de Montse y Albert y en medio del torbellino, Montse atendiendo el nacimiento de su primer nieto, Éric…

Será el lazo fuerte que este nacimiento creó entre nosotras y su simbolismo, la calidez de Pep y sus cafecitos después de una noche en vela, y muchas otras cosas que me hicieron sentir “es aquí donde quiero estar, trabajar, vivir, compartir, aprender” y allí me quedé. Y me seguí enamorando y aprendiendo, una forma de ser comadrona, sage-femme, partera, pasadora de vida, que no me ha dejado nunca y que definitivamente está ligada a Migjorn, a Montse, a mis colegas comadres (Àngels, Esther, Gabi), a nuestras peleas y risas y a todas las increíbles parejas que me permitieron vivir intensamente momentos inolvidables. Y de cada uno aprendí algo, de cada uno llevo un trocito de vida que me acompaña…

Recuerdo la caminata hacia el metro de madrugada en Barcelona con Gabi, con nuestros bolsos y nuestra fatiga a cuestas, después del nacimiento de Malena y la conciencia de haber participado en un acontecimiento mágico.

Recuerdo a Gemma y Fabio y el nacimiento armonioso y lento de Siddharta; a Elena rodeada de un grupo de quince jóvenes amigos y familia en el nacimiento de Inuk; a Nuria pariendo a Dana como una leona; a Sadrak incrédula delante de su propia fuerza, a Alma y Kurdo viniendo desde tan lejos, a Eva y Ramón y el nacimiento de Nami en el silencio más absoluto de la noche…. A ellos y a todos los demás…

Pero no pude con la “errancia” (o con las hormigas en el culo, como decimos en mi país) y busqué otros cielos. La vida en Migjorn empezó a pesarme, la “burbuja” como la llamaba en privado, que me daba el oxígeno pero al mismo tiempo me ahogaba en sus estrechas fronteras, y el mundo empezó a llamarme, y yo a sentir que quería volar con mis propias alas…

Desde entonces han pasado muchos años y mucha agua ha corrido bajo el puente, y cientos de otros nacimientos en diferentes latitudes y circunstancias me han enseñado a crecer, algunos tan cercanos a los vividos en Migjorn, con mujeres y parejas conscientes y responsables, y otros tan diametralmente opuestos. Y todos únicos.

Quisiera citar una carta que envié a Esther (comadre amiga de entonces y de siempre) desde Angola y que me produce siempre este sentimiento de tironeo entre los extremos que nos presenta la vida

“Hola mujer,

Saliendo de uno de esos túneles que tan bien conocemos pero en surrealista… hecha polvo, sin dormir desde hace dos días, con una impotencia brutal y un cuestionamiento fundamental de lo que carajo hacemos acá.

Te cuento y entenderás:  martes, vemos desde la puerta del centro de salud a un grupo grande de mujeres en una choza y la gente comenta que hay una mujer dentro, que está de parto, la mujer es coja y ha tenido ya cinco partos con hijos nacidos muertos…

Al cabo de un rato vemos a una mujer con su bastón, sola, corriendo hacia el centro de salud y la siguen un grupo de mujeres gritando, diciéndole miedosa, y la llevan arrastrando de los pelos adentro de la choza otra vez. Un par de horas más tarde la mujer se presenta sola al centro de salud, dice que la están maltratando y que quiere tener a su hijo con nosotras, la tenían pujando desde hacia más de cinco horas y no estaba ni siquiera de parto. Su pelvis estaba totalmente deformada, después de algo que supusimos fue una osteomielitis producto de infección post-inyección. En fin, que es por la tarde y no tenemos posibilidad de traslado hasta la madrugada (suponiendo que aguante un trayecto de por lo menos doce horas hasta el hospital más próximo) y que la familia acepte.

Te la hago corta, se pone de parto por la noche y sabiendo que el niño no podría nacer nos encontramos bloqueados. Evoluciona a penas, por suerte tiene una dinámica muy floja, pero tiene a veinte mujeres fuera y dentro de la tienda que le gritan, la insultan, le dicen que es una floja, que puje, que nunca fue capaz de parir, que la familia “quiere” ese hijo… Una pesadilla. En fin, a eso de las 4 de la mañana, llegan las kimbandeiras (curanderas locales), las dejamos entrar y hacer una ceremonia mientras que no comiencen a gritarle ni a maltratarla, hasta que les decimos que se retiren porque recomienzan la cantinela de pujar, del coraje, etcétera… Te paso los detalles, el niño seguía vivo porque por suerte no bajaba ni estaba comprimido y su dinámica seguía siendo poco intensa. Después de una noche de pesadilla, las peleas con la familia para el traslado, la decisión de transferir, las negociaciones con la coordinación en Luanda por el estado de las carreteras, las dosis de salbutamol, diazepam, tramadol, para que soportara el viaje, salieron esta madrugada, ella totalmente sedada, pero decidida y de un coraje increíble y el niño aún vivo…

Estamos esperando que lleguen por la noche al hospital y veremos qué pasa. Tengo serias dudas en cuanto a que el niño siga vivo, pero si al menos podemos evitarle a ella, Susana, la tortura que ha sufrido en los cinco partos anteriores, donde le han sacado a los niños a pedacitos, después de días de pujo….

Horrible, creí que no podría sobreponerme a esto, a esta sensación de cuando sabes qué tienes que hacer pero no puedes, con un quirófano a más de doce horas de carretera… ¿Qué hacer??? ¿Dejarla con las comadronas tradicionales?? ¿Para qué llegó al centro de salud si nosotros tampoco podíamos hacer nada??

Estoy todavía toda removida, esperando noticias del hospital y repensando mucho qué hago aquí.

Bueno mujer, discúlpame por esta vomitada pero no pude evitarlo…”

Al día siguiente:

“Hola mujer, solo comentarte que los Milagros existen, y que después de la historia abracadabrante que te conté ayer y de quince horas de carretera, ¡Susana dio a luz por cesárea a una niña hermosa y que están bien las dos!!! La han llamado Matondo que quiere decir milagro en Kikongo

No puedes imaginar los gritos de todo el equipo cuando nos enteramos por radio esta mañana. No me podía creer la fuerza que tienen a veces…”

Migjorn siguió su camino, siempre con la misma ética y energía, del parto consciente, de lucha contra la institución, de amor compartido por y con las parejas y los bebés, y yo sigo el mío, buscando mi lugar en el mundo, que se aleja y se acerca en espirales pero que tiene al espíritu de Migjorn como referencia, faro, inspiración… Fue hace años y siempre sigue dentro de mi.

Laddakh, India, Julio 2009

Daniela Abadi

Parir, néixer i créixer